sábado, 19 de abril de 2014

Seven Psychopaths (Martin McDonagh, 2012)

El escritor de turno es un guionista con todos y cada uno de los clichés posibles: irlandés, en crisis y alcohólico. Un tipo con novia a la que no me quedó claro si quería, con una amigo intenso, extraño y que mientras logra el éxito secuestra perros (no el guionista, su amigo extraño).

Seven Psychopaths es una comedia negra, del mismo director de In Bruges (2008). Marty Faranan (Colin Farrell) escribe un guión con la idea más vaga posible, va a ser una historia de 7 psicópatas, una historia de paz, con moraleja y todo incluido. El detalle es que no tiene más que eso en la cabeza, pero para eso tiene a su amigo que le cuenta sobre dos asesinos, uno que salió en las noticias y que se dedica a matar a sangre fría a miembros de la mafia y el otro, uno que alguien le contó.


Más allá de los enredos posibles, hay un escritor en busca de personajes, aunque bien podría decirse que los personajes son los que están en busca de autor (notese la sutileza jajaja)

**Spoilers alert**

Autor en busca de personajes

Marty busca la inspiración, necesita personajes creíbles que le permitan contar su historia, pero solo a uno lo tiene claro (o algo así), el resto van apareciendo, dos uno por cuenta de su amigo, el raro... Billy! siempre olvido su nombre. También por Billy conoce la historia de Hans y va sumando psicópatas para el guión. Escucha, retoma, pule, modifica y esos tipos que van por el mundo matando terminan siendo sus personajes. Está la pareja de los conejos, que según la película habrían terminado por su cuenta con el mismo Zodiaco, el tipo vietnamita que termina permitiéndole dar a la historia el final que quería, un mafioso interpretado por el siempre genial Woody Harrelson, su amigo el raro, dos veces...  

Lo interesante de Marty es que no está seguro de nada, con excepción del concepto mismo del guión, su renuencia a hablar de muerte a partir de la violencia, aunque no niega que un poco de muerte y de sexo es necesario (Hollywoood al final de todo). Con esa idea comienza a dejarse llevar, a aceptar incluso entrevistar psicópatas que hayan leído el anuncio que dejó Billy en el periódico; al principio se niega, se asista, pero cede, porque hay una historia que debe ser contada. En estricto sentido no son sus psicópatas porque sus historias no las crea él, pero son sus personajes, en el momento que engarza sus historias para contar una sola son suyos, y mueve los hilos para llevarlos al punto que necesita. Por eso me gusta Marty, porque a pesar que está a disposición de una comedia en la que no sabe cómo, i por qué termina en los líos en los que termina, no deja de ser una escritor, con todo y el bloqueo y el paternalismo que eso implica y sobre todo porque sabe retomar del mundo las historias y luego hacerlas suyas.

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