Canción de Hielo y Fuego
Festín de Cuervos (George R.R. Martin)
Cuando comencé los libros de la Canción nunca se me pasó por la cabeza que se llegarían a convertir en parte de mi misma. He llorado con los Stark, he amado con los Stark, he sufrido y reído con los Stark y al mismo tiempo he encontrado en el resto de personajes verdaderas delicias literarias... y Brienne... ¡ah Brienne! qué feliz sería Arya si se encontrara a la Bella Brienne, la doncella guerrera.
Poco a poco todo se ha convertido en algo tan real que es difícil de creer, no hay ningún personaje tan bueno que sea falso, no tan malo que sea una caricatura y las situaciones que ha creado Martin son tan impresionantemente reales, impresionante y cruelmente reales.
La religión en este libro tiene una presencia tan intensa que da miedo. Los hombreas ahogados de las islas de hierro, los hermanos mendicantes, los septones y gorriones de Poniente, la mujer roja, sus espadas y R'hllor; el dios de Muchos Rostros, las velas de cristal. Ese ambiente religioso me causó una angustia que no me gusta, me gusta lo que implica, pero al mismo tiempo me recuerda tanto a la intolerancia de la vida real.
Pero no me han tocado ni huargos, ni dragones... que llegue el cinco... aunque eso implique que me quede sin Canción por un buen rato.
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