Hay libros cuya sencillez encierran una enorme complejidad, Jamie Matthews es la voz de un niño que puede ser cualquiera, que con absoluta y maravillosa inocencia narra sus días, su hermana vive sobre la repisa de la chimenea y es tan cierto como que Rose es un personaje, aun cuando no es más que cenizas en una urna, aun cuando como dice Jamie está muerta, muerta, muerta, muerta, muerta.
Lo que me enganchó es que aun cuando tiene sin duda momentos en que la ternura y tristeza se mezclan, no lo hace de manera dramática, porque suenan tan reales que es difícil no identificarse. Es un libro hermoso, tan fácil de leer, con un protagonista que medio abandonado, derrama dulzura sin llegar nunca a resultar empalagoso. La familia de Jamie tendría satisfactorio y él debería estar en lo más alto de las nubes o de las hojitas.
¿Cómo puedes extrañar a alguien a quien no recuerdas?
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