La historia es que quería leer La Mecánica del Corazón (Mathias Malzieu) porque la portada de Benjamin Lacombe es bellísima y la moraleja es que hay momentos en la vida en los que uno debería quedarse con las ganas. La premisa es interesante, un niño que nace con el corazón congelado, la noche más fría de la historia, hijo ilegítimo de una joven que lo deja a su suerte y bajo la tutela de una médico/científico/curandera/bruja que le coloca un reloj de cuerda para que le funcione el corazón, pero el mecanismo es incapaz de soportar el dolor que causa amar; Jack a pesar de las advertencias se enamora al punto de la obsesión de una niña y la sigue por todas partes.
Son niños adultos jugando a la casita, muchos celos, mucho sexo, muchas discusiones, pero sumamente superficial. Al inicio me quedaba con la duda de si no era que le pedía mucho a la historia, pero en el momento que comienzan a surgir similes con eventos, personajes y cosas que no tienen cabida en el siglo XIX, solo porque si, sin ninguna explicación de su uso como recurso literario, ya me había perdido, no es un tema de creatividad, sino de coherencia, la que sigue faltando en la historia: en las acciones de Madeleine, la relación secreta de Jack y Acacia (al miss no le veo sentido por ninguna parte), la confusión al final de la historia.
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